UN REFERENTE. Espárragos y tagarninas.

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UN TOMATE AMARILLO.

La huerta puede representar uno de esos lugares tan anhelados donde estar seguro; forma parte de la normalidad cotidiana, de la devoción por las cosas cercanas que atañen a los hombres.

Tengo una perspectiva poco ordenada de la realidad. Nunca hubiera sido científico. Desde niño me han aburrido los aprendizajes que no se realicen en espacios abiertos o sobre el terreno, caminando. De ahí ésta intención clasificadora, la de registrar los cultivares, de hacer fichas pormenorizadas y que parecen elementos de un todo no sean quizá, más que un escozor descaradamente improvisado.

Catalogar y describir variedades de tomate van siendo cada día rutinas más engorrosas. Pero como no urgen y siguen un patrón pre-determinado, van saliendo algunas desde una pereza ya muy acusada. Al menos un listado con fotos debería conservar.

Dice J. Fowles en un breve libro vinculado al proceso creativo y el amor a la naturaleza:

«La observación directa, que implica descubrir lo que sucede segundo a segundo, es en realidad una actividad increíblemente sintética ( en su acepción de mezcla o combinación de elementos) y deriva de una compleja diversidad de hebras: de la suma de los recuerdos del pasado y las percepciones del presente, de tiempos y lugares, de la historia colectiva y la historia en particular… Una realidad muy alejada de esa capacidad específica de la ciencia de analizarlo todo. «

El escrutinio de tomates que vengo realizando desde hace unos años es otra forma de ejercitar los distintos palos de la observación, de todos esos hilos de los que habla el escritor inglés, pero sobre todo una vía para valorar los efectos tan sutiles que sobre el ánimo y la apreciación del mundo, vegetal o natural, generan.

Va terminando el ciclo de algunas tomateras de porte determinado -como en el caso del amarillo que muestro hoy- y es posible ir haciendo algunas consideraciones, sobre todo para afianzar la costumbre de repetir el cultivo.

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Nombre común: Tomate amarillo francés. Taxi amarillo.

Origen: EEUU. Según algunas fuentes esta variedad fue seleccionada en un programa de recuperación de semillas realizado en el Occidental Arts & Ecology California.

Lugar de cultivo: Madrid. A la intemperie.

Tipo genético: Polinización abierta

Semilla: La Troje.

Color: Amarillo intenso.

Tamaño: Pequeño.

Peso medio: 60 g de media.

Fruto: Globular. Aunque algo variable. Tipo ciruela de hombro aplanado. Piel muy fina. Cuatro lóculos que contienen un buen número de semillas en el mucílago característico. Facilidad para separar el fruto del pedicelo. Color intenso de la pulpa y pericarpio. Algunos frutos ofrecen una forma angular al cortar transversalmente. La cicatriz del pistilo es inapreciable. Forma redondeada en el corte transversal.

Planta: Porte determinado. Escasa densidad del follaje

Tipo de hoja: De patata. Colgante.

Crecimiento: Precoz. Progresa muy bien en terrenos de media montaña o con temperatura más frescas y humedad en el ambiente, pero tolera perfectamente el calor. El fruto aparece en racimos aglomerados. El cuajado se detienen mediado el verano. La planta puede llegar a medir un metro de altura.

Rendimiento: Muy bueno.

Fisiopatías/ enfermedades: No destacables. Ligera tendencia a rajarse pero sólo si hay exceso de riego. Cierta deformación si están apretados los pomos florales.

Manejo: Cómodo. Puede reducirse el marco de plantación si se cultiva alineado. Tutorado bajo, a un metro, pero admite el cultivo rastrero sobre cama de paja. Es muy sensible a la insolación directa por lo que no es conveniente hacer podas innecesarias. Riegos moderados en beneficio de la concentración de nutrientes y calidad en el sabor. En esta ocasión se ha realizado un abonado suplementario durante el cultivo con purín de estiércol.

Cualidades organolépticas: Sabor a tomate muy apreciable. Gusto peculiar y menos ácido que otras variedades. Textura melosa, jugosa y agradable al paladar. Está en el ámbito de los tomates de pequeño tamaño y de piel muy fina. Mantiene todas las propiedades nutritivas propias otras variedades rojas. Algunos estudios aseguran que presenta mayores concentraciones de micro-nutrientes. Sería poco responsable no comentar la posibilidad de preparar sopas frías o salsas sorprendentes con este tomate de cualidades tan equilibradas.

Información complementaria. El tomate amarillo de no importa qué forma o tamaño es una mutación; su color se debe al bloqueo de algunas antocianinas en beneficio de otras.

Es conveniente cosechar cuando pierde el color netamente vede y empieza a clarear en la idea de que si se cosecha con todo su color final, como en otros mucho casos, puede estar muy blando o pasado. Aún así tiene una buena post-cosecha.

Puede apreciarse erosión genética relativamente temprana si se sitúan cerca de otros cultivares rojos. Algunas bayas muestran en el interior tonalidades rosadas.

Fuentes:

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ARQUITECTURA DEL SETO Y PROPAGACIÓN ESPONTÁNEA DE GOJI.

Los setos vivos y las bandas florales funcionan en las huertas como islas de diversidad permanente. El modelo más acertado en la ruta agroecológica puede basarse en el mantenimiento y propagación de plantas -no exclusivamente hortícolas- en el lugar o en la introducción de especies autóctonas.

Pero es viable, además, planificar estas estructuras vegetales trabajando con otras plantas que se adaptan con facilidad, resistentes a las condiciones que se vienen arrastrando estos años de rigor climático, de sequía pertinaz

Pueden utilizarse plantas melíferas, con floraciones escalonadas, pero preferentemente de naturaleza perenne que puedan desarrollarse para generar borduras, cortavientos o que acompañen a los frutales, en pies sueltos como los groselleros, arándanos, jaras, o incluso escobas, aromáticas, arbustos que han prosperado de forma natural.

En este sentido he plantado algunos pequeños ejemplares de espino albar o escaramujo y una parra salvaje trepa por la zona norte de la valla perimetral de la huerta junto con otras cuatro ejemplares de variedades de mesa que después de tres años comienzan a florecer.

Cantueso.

Esto es el principio de una combinación de plantas que estimulen sinergias entre especies arbóreas, arbustivas, rastreras, ornamentales u hortícolas en compañía de las que ya están presentes en el entorno: robles, cantueso, tomillo, endrinos, docenas de herbáceas, alisos y fresnos.

Cytisus scoparius y quercus robur.

Hace ya tres años que comencé a preparar un cortavientos con una docena de plantas de goji, para insistir en el desarrollo continuado de la diversidad y el establecimiento de policultivos de tipo arbóreo y arbustivo de fruto en El Prado de La Isla. Desde entonces los arbustos han prosperado de forma más que satisfactoria. Es manifiesta la adaptabilidad de la planta a distintos ambientes y suelos. Ha cumplido su función segun las espectativas cuando, además -haciendo algunas tareas culturales en la medida en que entendía el comportamiento y la fisiología de la planta- se han ido haciendo más notorias sus fortalezas y las escasas debilidades, en un emplazamiento con poco nivel de suelo.

El arbusto de goji es un espino de cuidado. Es imprescindible usar guantes para manejarlo o podar. Las ramas largas presentan espinas que, una vez secas, después de todo el invierno pueden causar arañazos y pinchazos dolorosos.

El goji, en principio, requiere una estructura de guía o tutorado de dos metros de altura al menos, permanente. La producción de rama, la maraña que forma al final del verano generan una sombra discreta y ofrece protección a las paradas de huerta colindantes.

No me inquieta el aspecto asilvestrado del seto cuando hay espacio pero requiere, no obstante, algunas tareas para que no se extienda sin más.

Seto al inicio de la brotación de hojas.

Puede llegar a presentarse una situación como la que muestra la imagen inferior. En su medio natural o dejado a su suerte el goji es un refugio muy eficaz para pequeños animales, aves…

Fuente: Wikipedia creative commons.

A pesar de haber realizado podas anuales de formación tendentes establecer una o dos guías principales con ramas secundarias que caigan en torno a un eje central, las plantas producen cada año desde el pie nuevas guías que pueden hacerse muy largas y que se cubren de flores durante todo el período más cálido de la primavera, el verano, con vistas al otoño.

Regeneración de arbusto de goji después de un mes de la poda.

Las ramas del goji se arquean y acaban tocando el suelo si no se disponen soportes, arrolladas por el viento y pueden agarrar, desarrollar raíces en los puntos de contacto. En realidad es una propagación por acodo espontánea.

Aspecto del seto bien entrada la primavera.

Creo que el estrés hídrico puede incidir en el rendimiento de la planta, en la obtención de bayas. Algunas fuentes mencionan, en efecto, condicionantes de esta naturaleza para explicar la falta de frutos: el tipo de suelo, la climatología. No obstante es una planta muy rustica. Pero empiezo a tener la certeza de que son los  pájaros los que intervienen en la sangría de las  frutillas, incluso verdes, cuando apenas tienen el tamaño de un grano de arroz pero también,  incluso, de las pequeñas flores de la solanácea que se suceden desde junio a

Las flores se reparten a lo largo de las ramas, junto a los brotes nuevos del año y según avanza el ciclo de la planta.

Todas estas eventualidades arriba mencionadas son determinantes para intentar dar luz al misterio de la paupérrima fructificación. Apenas unas lágrimas  encarnadas pueden verse en otoño cuando las aves van abandonado la zona. Va a ser imprescindible poner coberturas de redes anti-pájaros, al menos sobre un tramo y ver si el cultivo llega a buen fin, con rendimientos apreciables

Las aves devoran sin compasión todas las bayas y se posan en las ramas de los frutales cercanos. Desde esta posición privilegiada hacen, preferentemente, sus deyecciones; su sistema digestivo no altera la visibilidad de las semillas.

Docenas de plantas prosperan a partir de semillas al pie de los árboles y en el entorno. El goji puede llegar a ser una planta invasiva. En cuanto la parada vegetativa lo permita habrá que sacar los plantones y poner algunos en macetas.

Ya están preparados los postes y los alambres para poder definir un seto y contener el espacio que tiende a ocupar, cada año más amplio.

Nuevas plantas a un metro de la línea principal.
Plantón de un año en medio de la huerta.
Aspecto otoñal del seto de goji tolerando las primeras heladas.

Fuentes:

Establecimiento y manejo
de cercas vivas. En pdf.
Juan Esteban Reyes Jiménez
César Óscar Martí nez Alvarado

Sobre la moda de las bayas de goji.

https://soycomocomo.es/reportajes/en-que-quedo-lo-de-las-bayas-de-goji

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HORTALIZAS DE HOJA.

Cuando se trata con plantas hortícolas desde la diversidad es imprescindible hacer clasificaciones, organizar y planificar en función, por ejemplo, de las especies y sus variedades o el ciclo estacional preferente para su cultivo. Así, pueden hacerse inventarios o agrupaciones por nombre botánico canónico, el nombre común, géneros, utilidades, preferencias gastronómicas, etc. Pero hay un arreglo muy práctico a la hora de guardar las semillas y poder localizarlas entre cajas, sobres, botes de cristal o latas.

En primera instancia organizo las plantas por la parte o estructura vegetal que se va a consumir de forma preferente y no tanto ya por las dos temporadas clásicas de cultivo: verano e invierno. Luego en otro nivel -o más bien en superposición- guardo las semillas atendiendo a las familias botánicas importantes: leguminosas, cucurbitáceas, crucíferas, solanáceas

Lechugas, coles, ortigas…


La guarda y custodia de semillas en los más variopintos contenedores es toda una disciplina conectada directamente con la horticultura. Hay en la alacena cajas para simientes de plantas de raíz, tallo, pepo, (calabazas, pepinos) semilla, fruto o baya, hoja o flor.


Hay periodos, como es sabido, muy propicios para determinadas verduras y hortalizas , pero se están difuminando los tiempos de los cultivos, se complica el acceso al agua y las temperaturas suben a nivel global. En el mismo orden de cosas se prolongan las cosechas más allá del verano, se adelantan las plantaciones y se anticipan otras tareas en el final del invierno. (No va a ser fácil conservar o establecer islas climáticas) Las bayas grandes son para el verano (tomate, pimiento, berenjena.) Las brasicas, de las que consumimos inflorescencias, como brócoli, coliflor o romanesco progresan vigorosamente con el moderado frío invernal de este año. Estoy cosechando ya desde hace unas semanas coles de hoja de forma escalonada.

Cogollos de Tudela y lechuga Batavia.

Todas las plantas de naturaleza hortícola tienen hojas -es una perogrullada- pero hay un buen grupo de las que hablo, que se cultivan preferentemente para consumir esos órganos en concreto; estos días muestran todo su esplendor, están a pleno rendimiento.

Estampa otoñal del Valle del Jerte. Foto: Jesús Cuesta.

No todos los paisajes en los períodos mas fríos de la geografía del otoño hispano van a ser materia orgánica vegetal muerta, dorada, sobre el suelo de los bosques, las ciudades, los huertos familiares o explotaciones de frutales; postales de arbolado y arbustos caducifolios, colecciones de luces, en la desemejanza de colores ocres y marrones.

Lechuga romana. Mostaza de la India.

El caso es que en el periodo que convenimos en llamar huerta de invierno las plantas de hoja se comportan (con agua y temperaturas moderadas y a pesar de la falta de horas de luz) de una manera más que generosa. Una buena parte de las especies hortícolas características del invierno y sus variedades, como crucíferas y brasicas, necesitan menos de quince grados para prosperar, pero también buenos alimentos, procedentes del suelo, que favorezcan en unas la formación de cogollos, que desarrollen inflorescencias otras u hojas también de distintas formas, colores y aprovechamientos: mostaza, grelos (y otras raíces) la bondad y variedad de las plantas de origen asiático. Más toda una serie de plantas que pueden plantarse y cultivarse de forma escalonada en la huerta y cosecharse hasta bien entrada la primavera: canónigos, escarola, rúcula, acelgas…

Pies de Komatsuna. Brasssica rapa var. perviridis. Es decir verde brillante.

Las hortalizas de hoja en invierno apenas tienen tareas culturales y no son atacadas de forma tan pertinaz como en otras estaciones, por los insectos y demás fauna del ecosistema hortícola.

Mostaza púrpura, o de la India. (Brassica juncea.) Una planta muy común en la gastronomía asiática y africana que es utilizada, además, en las tareas de fitorremediacion; contribuye a eliminar metales pesados del suelo.

Es palmario que los rendimientos mejoran cuando se cultiva en suelos vivos, migajosos, estructurados, ricos en materia orgánica que se vaya aportando en cualquiera que sea su estado. Estas condiciones son esenciales para poder llevar a casa de forma regular una buena carga de hortalizas de hoja, muy nutritivas y versátiles en la cocina, sin las alharacas, pero incluso sin las dificultades que implican -y siguen aumentando- los cultivos tradicionales del verano (tomates, pimientos y berenjenas, leguminosas, cucurbitáceas…) Cada año es más complejo cultivar a pleno sol en muchas regiones para obtener cosechas respetables, siempre y a mayores, en función de los insumos y esfuerzos requeridos, de los recursos en general.


No es un apunte largo a modo de inventario lo que propongo en esta ocasión. Vale, más bien, poner algunas estampas de comida, de verdura de hoja que puede obtenerse en un pequeño huerto y hacer glosa de la marcha de los bancales camino del fin de año.

Brocoli. Brassica oleracea var. italica

Las lechugas plantadas desde el final del verano de forma escalonada se van cosechando bien sanas y formadas, con una presencia impecable. Cabe especial mención la pequeña lechuga de tipo romana que se ha convenido en llamar cogollo de Tudela (por la especialización por aquellos pagos en el cultivo de esta variedad). Rústicos y muy resistentes al frío los cogollos completan todas sus fases de crecimiento sin dilaciones. Bien apretadas, como para otras especies, en cercano marco de plantación, estas pequeñas lechugas se comportan como una sola planta, agradecida de un suelo fresco.


Lechuga pecosa. Una variedad tradicional.

Otras lechugas delicadas, de naturaleza local o autóctona, más adaptadas a la primavera lo pasan mal y muestran un aspecto más deslavazado u hojas con las puntas degradadas, quemadas por la escarcha, pero marcan un punto de excelencia ya limpias por la textura, sus propiedades nutritivas y gusto. Ya llegarán otras con sucesivas tandas encaminadas al tiempo más cálido.

Tatsoi (Brassica rapa subsp. narinosa o rosularis.)
Hortaliza de hoja muy resistente al frío y de fácil cultivo.

Aunque dejemos el bancal a su suerte, (con buenas prácticas previas) y se pueble de adventicias, las hortalizas en comunidad siguen adelante y pueden obtenerse cosechas apreciables. La huerta va.

Muchas plantas del género brassica se cosechan hoja a hoja según van creciendo. Existen especies silvestres e híbridos, numerosos cultivares que propician una diversidad importante y pueden ser bianuales.

Col con un tallo de más de un metro después de una generosa cosecha de hojas en el tiempo.
Lechuga negra de La Alberca.
Cogollos en un macetón cerámico
Cavolo nero. O kale lacinato. (Brassica oleracea var. palmifolia)

Buena parte de las hojas del cavolo nero de Toscana pueden empezar a cosecharse relativamente pronto y tras las heladas puede resultar especialmente dulces respecto a otras del mismo género. Es ya un cultivo habitual El Prado de La Isla

Al parecer se conocen más de un millar de plantas cuyas hojas son comestibles, muchas de ellas herbáceas, anuales, prolificas, jugosas. No podemos tampoco olvidar las silvestres que tienen en algunos casos gran predicamento. Las pencas de borraja, que prosperan como una adventicia más en la huerta y no se cultiva ya, está presente esta temporada en buena parte de los caldos, sopas y potes.

Las acelgas rojas, apenas sale el sol, llaman a cortar unas hojas y echarlas al cesto. Esta variedad es en realidad un híbrido precedente de acelga y remolacha que, en sentido botánico estricto, son la misma planta.
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Por un puñado de pipas.

El color es un indicio de que la baya está en sazón, pero se puede pasar la uña por la cáscara y comprobar que está lignificada, hecha madera, un estado que garantiza, de hecho, una correcta conservación.

Después de abrir unos troncos para la lumbre, toca el turno a las calabazas de Estiria.

Termino en este primero de noviembre una modesta cosecha de calabazas. No van a faltar en la cocina durante una buena temporada.
Otros pepos de la familia quedan ya para sacar semillas y asegurar la conservación para sucesivas temporadas, ceder o hacer trueques.

Variedades de pepino blanco, limón…para recuperar semilla. Unas bellotas de roble.

Desde hace tiempo, para conseguir pipas de calabaza, he reservado piezas que han perdido la morfología y características esperadas a causa de la facilidad de estas plantas para cruzarse -entre otros motivos por el glorioso tamaño de sus flores- pero no de todas las variedades inicialmente. Esos “calabazos”, no obstante perder buena parte de su valor culinario, suelen ser excelentes para conseguir semillas que tienen un aprovechamiento alimenticio contrastado.

Vaciando pepinos. Gran parte de las semillas están vanas y hay que escoger las llenas.

El reto cada año es tener que pelar las pipas -mejor tostadas previamente- para eludir esa incómoda cualidad adherente de lo que en botánica se denomina episperma. En este sentido, los que saben de nutrición recuerdan no consumir las semillas siempre crudas por el contenido en «inhibidores de la asimilación de minerales o antinutrientes». Hay botes en la despensa con semillas de varios años esperando. En Méjico, creo haber leído en tanto documentaba esta entrada, hay quienes consumen las semillas con cáscara. Parece ser que una de las opciones es ponerlas en remojo íntegras y, después de trituradas, hacer bebidas vegetales.

Semillas de calabaza sin cáscara. Deben secarse bien antes de guardar.

Había generado estos meses una agradable expectativa respecto de una variedad que me cediera Gloria Aleza. Se trata de Cucurbita pepo L. ssp. pepo var. Styriaca, o var. oleifera, es decir, especial para obtener aceite.

Algunas semillas germinadas. ¿Hay que cosechar antes.?

En torno a Graz, capital de Estiria, el estado federado más grande de Austria -y desde principios del siglo XIX al menos- vienen dando forma (o quizá solo conservando una variedad local, autóctona) a una calabaza que genera semillas sin cáscara o «desnudas», un poco más grandes que las que se obtienen de otras variedades y con mejor sabor.

Ha quedado de la cáscara un sutil velo que se desprende cuando se manipula, una vez seca. Quizá puede ser considerado un ecotipo incluso para regiones de países limítrofes también. (Variedad con DOP de la Unión Europea y empleada preferentemente, para obtener aceite.)

Algunas fuentes aseguran que las calabazas no fueron cultivadas en principio, por la pulpa -muy áspera y fibrosa- sino por las semillas, que eran dulces. Poco a poco se habrían obtenido variedades con carne más aprovechable desde el punto de vista culinario. Tampoco debe olvidarse la importancia de la cáscara de la calabaza, una vez curada, para la obtención de recipientes y contenedores muy diversos para la cocina tradicional.

Cotiledones, ridículas…

El calor de este otoño y la humedad de la pulpa han promovido la germinación de algunas semillas en el interior de la placenta de las calabazas oleíferas Desafortunadamente una vez que aparecen los cotiledones y la radícula amargan y no es grato su consumo. Por lo demás, todos los materiales jugosos y carnosos no comestibles picados, facilitarán la activación de una nueva compostera.

Cucurbitáceas que vuelven al suelo.
Calabazas tipo Mallorca, repollos tempranos plantados en mayo, boniatos.

Créditos.


Sobre el aceite de semilla de calabaza.
https://gourmet.expob2b.es/es/n-/18607/aceite-de-semillas-de-calabaza-el-oro-de-austria
https://m.facebook.com/InstitutoPeruanodeExportadores/photos/el-negocio-del-aceite-de-calabazaoro-verde-estiria-es-uno-de-los-nueve-estados-q/3374149539296502/


Sobre pipas.
https://www.botanical-online.com/alimentos/semillas-calabaza-propiedades


Sobre cocina en Méjico.
https://elpoderdelconsumidor.org/2018/07/el-poder-de-la-pepita-de-calabaza/

Sobre la preparación de vasijas Recetas Marinita https://fb.watch/gyfBweytdg/

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MULTIPLICAR ESPÁRRAGOS.

Tengo la impresión de que conocer la fisiología de las plantas que comemos, raíces incluidas,  ver directamente su estado, es fundamental para hacer diagnósticos o extraer  conclusiones relacionadas con su salud.

Es una perogrullada pero una parte de la planta se desarrolla bajo el suelo, de modo que, incluso sin medios técnicos sofisticados, desarraigando alguna, se pueden hacer observaciones básicas. Si conozco cómo es la raíz de una tomatera podré tener más datos para comprender algunos de los potenciales problemas.  Ya no espero a levantar un cultivo a final de temporada para buscar síntomas, respuestas a posteriori.

Otra oportunidad se presenta cuando se realizan trabajos de propagación de plantas perennes, auxiliares, aromáticas, árboles y arbustos. El aspecto de las raíces es muy significante. 

Zanahoria con problemas radiculares.

Voy a tener oportunidad ahora de hacer un repaso de estas cuestiones con plantas de espárrago, en principio,  totalmente sanas.

Tras varios años sin cuidados extraordinarios, pero con rendimientos muy respetables, las esparragueras se han ido consolidando y pueden desenterrarse para dividir algunas coronas en manojos de raíces carnosas, con una o dos yemas, para obtener nuevos ejemplares.

Lo habitual para pleno invierno es encontrar la planta en la huerta como muestra la estampa inferior.

Es muy frecuente que los pájaros diseminen las semillas en el entorno y surjan de forma medianamente espontánea unos ejemplares que, si se respetan, pueden ser trasplantados al cultivar principal en un par de temporadas.

En efecto, la reproducción del asparagus officinalis por medio de semillas es muy eficaz, pero se requieren dos o tres años, al menos, para empezar a considerar la posibilidad de realizar cosechas regulares.

Con la separación minuciosa del material vegetal, de las coronas, se acortan muy significativamente los tiempos. Se trata de hacer división de mata.

Es fácil advertir el momento idóneo en que se pueden realizar estos trabajos.

Voy a establecer un nuevo cultivar y las plantas necesarias van a salir de otro de cuatro años que ha entrado en plena producción. 

Aspectos de las garras con tierra . Esta imagen es invernal de una planta alejada del huerto.

A pesar de que cabe la posibilidad de que la temperturas moderadas retrasen la parada o no llegue a producirse, en el momento en que el «helecho» (tallos y hojas) empieza a amarillear pueden levantarse las garras elegidas para tal fin. Los meses de pleno invierno son los más pertinentes para hacer los trasplantes. Hay que dejar si se pidan un trozo de caña seca para localizar los pies.

El asentamiento de las raíces sobre el terreno es muy firme y para sacar las coronas con la mayor integridad que sea posible es preciso, «intuir» las dimensiones que pueden tener bajo tierra,

Se puede practicar una pequeña excavación perimetral a cierta distancia del arranque de tallos (unos 26 CMS) procurando que no se vean afectadas las otras plantas colindantes de la misma linea de cultivo y que permita ir, introduciendo la pala o una buena azada para, a continuación, ir haciendo palanca alrededor. Esta tarea es especialmente necesaria cuando las plantas no están en línea

Una vez descubiertas las coronas -limpias de tierra- se pueden identificar los distintos órganos encadenados que son las referencias para poder hacer la división.

Se distinguen claramente los restos de tallos de la esparraguera que se cortaron en su momento como turiones (el tallo comestible aún no fibroso) y aquellos que se dejaron desarrollar normalmente para que la planta completara su ciclo vegetativo para asegurar su supervivencia, produciendo hoja y realizando la fotosíntesis. Es la fotosíntesis una función clave para la acumulación de reservas nutritivas durante el verano y, a su vez, determinantes para la siguiente fase de producción.

Pueden, así, distinguirse los órganos rizomatosos engrosados, (raíces adventicias que suelen tener el tamaño de un lapicero) o las raicillas absorventes que aparecen sobre ellas. Puede encontrarde, si no ha hecho mucho frío, algún espárrago blanco en ciernes.

Algunas raíces son mas oscuras, están secas; apenas carnosas se pueden ir retirando para sanear todo el sistema.

Qué distante puede parecer esta lillium de hojas reducidas a escamas, respecto de hemerocallis, jacintos, ajos, convallarias o puerros.

En un rato de observación se puede conocer la forma en que se propaga la planta a lo largo de los años, el aspecto de las yemas secas o el de las activas que darán origen a nuevos espárragos.

Parece que la progresión es más acusada en un determinado sentido hacia la derecha o la izquierda y buscando ligeramente la superficie, del mismo modo que lo realizan otras plantas de la familia. Es por esta migración hacia la superficie que dada año debe hacerse un ligero aporcado en invierno o también se pueden cubrir las tablas o los caballones donde se implanta el cultivo con cuatro dedos de humus o compost.

Creo que puede ser oportuno hacer una breve digresión y comentar un aspecto tan importante como los tiempos de producción de turiones; es relevante para entender cómo se comporta la planta en función de los cortes y si éstos condicionan la obtención de buenos resultados en lo sucesivo, en el tiempo que se mantenga el cultivo.

El lapso de tiempo de cosecha del primero al último de los vástagos en una temporada va aumentando cada año gradualmente (cuatro o seis días) hasta que las plantas llegan a su madurez completa en torno a los cinco años. Es muy posible que el cultivo en el primer año empiece ofreciendo sus tallos comestibles durante un semana, pero en unos años se va ampliar a un mes o más. Hay quienes no cosechan espárrago en el primer año de trasplante para fortalecer las la planta y meter energía para el año siguiente.

Parece que la recolección supone, con seguridad, la tarea cultural más delicada porque afecta a la calidad, la homogeneidad del tallo y -parece demostrado- repercute en la futuras cosechas. En realidad en plena madurez del cultivo, si tiene cierta entidad, hay que cortar los tallos cada día y procurar que no superen 18 o 20 cms; pueden crecer entre dos y cuatro cms de un día para otro. Para el día siguiente la parte inferior del tallo puede ser más fibrosas. Otro factor de corte es el calibre.

Cuando en temporada se dejan crecer los tallos por encima de la altura mencionada se hacen más altos y estrechos. (No deben dejarse crecer muy altos pensando que se obtiene mejor rendimiento.

Este fenómeno se hace progresivo, se consolida y puede, no solo comprometer el valor culinario de los turiones que aparecerán en adelante, sino también la misma «vida util» de todo el campo de espárragos.

Pero, como para todo lo que tiene que ver con la horticultura, siempre depende. No tienen, por ejemplo, el mismo tamaño el esparrago procedente de una planta femenina que el de la masculina, ni tampoco se pueden hacer siempre todas las tareas como mandan las costumbres y el calendario más riguroso. En huertas de autoconsumo o familiares no siempre se pueden hacer todas las tareas en su momento.

Aquellos que conocen un poco el cultivo saben que los turiones finos y altos no son los más tiernos. Los tallos que ya nacen gruesos progresan en consecuencia,  carnosos. Son los mas apreciados.

Acabé superando el prejuicio de que los tallos finos y delgados eran los más suaves y tiernos. Los tallos gruesos lo serán también después sacar la cabeza a la superficie, progresan en consecurncia, carnosos, y los tallos delgados no engordan más.

Una corona separada en dos garras.

Retomando el tema principal de estas notas, una vez plantados las nuevas garras a partir de los órganos descritos y tras un período de latencia, los espárragos comenzarán a brotar en primavera (pocos y finos) con la subida de la temperatura del suelo, a partir de las reservas acumuladas en los rizomas el año anterior. Es esencial que la planta termine su ciclo fenológico, su crecimiento con algunas ramas. En un momento dado cuando van apareciendo menos espárragos no se cortan más y se dejan crecer. Procuro siempre, a partir de determinado momento del periodo de cosecha, ir dejando algún espárrago y corto cuando hay otro visible, en ciernes.

Uno de los problemas mas severos de los suelos cultivables es la compactación, pero la esparraguera es una planta de apreciable rusticidad.

No enredo mucho en los cavallones del cultivo a lo largo de los años. El crecimiento de las raíces tiende a la horizontalidad en los primeros veinte cms del suelo.  Por esta razón prefiero aporcar, pero sobre todo ir incorporando en lo alto algunas paladas de humus, compost o mantillo que, a mayores, se va repartiendo progresivamente entre líneas y representa un espacio más flojo para el desarrollo de raíces y brotes.

No descarto pinchar de vez en cuando los lomos con una orca de púas finas (sin voltear la tierra porque la trama de raíces llega a ser muy densa) con el  fin de mejorar la permeabilidad del suelo. Pienso ahora en la localización de los espárragos trigueros, silvestres -que no disfrutan de tierras especialmente abiertas- a los que nadie presta mayor atención que regogerlos y que se perpetúan sin más problemas que aquellos derivados de la climatología adversa o prácticas desafortunadas a la hora de recolectar.

Quizá sean los primeros días del año los que pueda destinar a presentar las garras en la tierra. Tengo que encontrar una localización para un cultivo -más que plurianual, perenne- que puede llegar a perdurar lo mismo que un frutal.

Es necesario preparar el terreno con una labor profunda, planificar el marco de plantación, abrir surcos en forma de W, echar unas paladas de humus de fondo…

Desde que se sacan las coronas hasta la plantación con los rizomas ya separados pueden pasar unos días en cajones de fruta con mantillos o paja, al fresco en un rincón con poca luz.

Como si de una lasaña se tratara dispongo alternativamente capas de pequeñas garras y una mezcla semi-seca de mantillo y arena para que el material vegetal permanezca hidratado.

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Tareas de paso.

Desde hace ya unos días se suceden las tareas de transición hacia los cultivos de otoño-invierno.

Gran parte del medio centenar de plantas hortícolas que pueden cultivarse en torno al frío deben estar en un punto adecuado de desarrollo fenológico, para encarar las semanas de diciembre y enero período que pueden llegar a ser prácticamente «inhábil»- si se tiene en cuenta, además, la retirada de horas de luz o la baja actividad de los microorganismos que viven en los niveles más superficiales del suelo.

Sabemos que no hay linderos, ni marcas espacio-temporales nítidas en la naturaleza, tampoco en la huerta.

Se trata de ir levantando los pecios del verano, aquellas plantas que llegan al final de su ciclo y no pueden prolongar los rendimientos de manera significativa e incluso aquellas que, aún con buen aspecto o incluso floreciendo, no tienen mayor recorrido. Un día helará o bajará, al menos, por debajo de cinco grados la temperatura nocturna y se precipitará la muerte celular.

Es tiempo de transitar los últimos tramos de la cosecha. Saco el primer cajón de boniatos, California y Jewel.

Voy a poner todo el ramaje de las batatas en bandejas con agua, para poner después en tierra algunas guías, en el invernadero, y comprobar si llegan en buen estado -y creciendo- al mes de febrero o marzo, poder completar la propagación para los plantones de primavera.

Barruntando, entonces, que gran parte de las especies no van a dar más de sí, procuro desarraigar las plantas antes de que se pierda el material vegetal aun verde para picarlo, incluyendo frutos verdes muy inmaduros (como en el caso del tomate) y ya retiradas las últimas piezas de los pimientos y berenjenas; el destino más recomendable es la compostera. Quizá este otoño no sea necesario quemar los restos de cultivos.

Sobre las primeras capas verdes, más gruesas, echo otras tandas de material seco (paja, hojas) para equilibrar el balance carbono/nitrógeno del humus resultante, base de la fertilidad y la salud del suelo.

Para contribuir con el arranque del proceso añado también alguna carretilla de hojarasca y elementos diversos que forman el sotobosque del encinar o de la chopera cercana, muy ricos en microorganismos y mesofauna, hongos. Si no se esperan lluvias, riego de forma generosa.

Hay en El Prado de La isla un déficit manifiesto de lombrices. Estoy muy atento a las agrupaciones que se forman en zonas del entorno, especialmente fértiles, en las camas de las vacas o en los montones que los vecinos dejan cerca de los cebaderos. No es complicado conseguir la reproducción de lombrices si el suelo es rico en materia orgánica; también es viable en la misma pila de compostaje. Después del verano suben a niveles más superficiales en busca de alimento. Se recogen en un cubo con tierra y se reintroducen a discreción en las zonas con mejor calidad del suelo.

No descuido la incorporación a la compostera de alguna mano de estiércol. En cuánto sea posible -y para montar la pila de una vez- busco en los prados, en los restos de los comederos o en las zonas donde sestean los animales. A veces es suficiente con «cosechar las bostas» que ya han empezado a colonizar escarabajos e insectos. Pero los mejores compostadores son las vacas, los equinos, que año a año, con tiempo van triturando todos los estiércoles a la intemperie…

El color de la tierra en zonas recuperadas para el cultivo hace poco tiempo pone de manifiesto la carencia de restos orgánicos. El humus es uno de los elementos esenciales para conseguir suelos agregados, equilibrados. Fertilizamos la granja de seres vivos que viven en el suelo. La materia orgánica de no importa qué índole, del entorno cercano supone -sobre la base de un terreno silíceo y franco- un aliño imprescindible para mejorar la retención de la humedad y que se abran poros que permitan la penetración del oxígeno y del agua.

Todo para volver a sembrar y plantar.

En lugar de echar estiércol fresco directamente en los bancales (práctica habitual en muchas comarcas) me inclino ahora, enfilando el invierno, por establecer abono verde. Luego en primavera incorporo el estiércol muy procesado ya, tierra rica en minerales.

El suelo sobre el que cultivamos no debe estar desnudo en ningún momento. En lugar de dejar que proliferen las adventicias todo el invierno doy rienda suelta al festival de plantas que toleran los fríos castellanos.

Son conocidos ya los beneficios de estas prácticas para las plantas que vendrán después. Quiero insistir en la idea de que, de forma general, las raíces de las plantas hortícolas se desarrollan mejor en zonas radiculares antiguas, donde siempre han proliferado diversas especies, con distintos grados de exigencia nutritiva, en todos los horizontes, bien planificado, a partir de las rotaciones y con la intensa participación de hongos, bacterias y arqueas.

Los espacios que han trabajado las raíces funcionan como galerías de penetración de otras nuevas, son vías de trasporte y movimiento de nutrientes, verdaderas autopistas de la nutrición. ¿Puede entenderse, entonces, la idea de «dejar descansar» la tierra, tan arraigada entre los agricultores que trabajan en convencional?

Que si centeno, que si avena negra, veza, mostaza, habas y alverjones, grelos de Lugo, rábanos y nabos (donde hubo solanáceas) rúcula y brásicas … cebolletas y calcost, cebollitas de primavera, zanahorias, canónigos y remolacha. Escarolas, lechugas, espinacas. Pero también algunas de origen asiático que empiezan a ser populares y tienen unos tiempos semejantes los de las lechugas: tatsoi, packchoi, horenzo. Alguna tablita de chirivía y salsify más zanahorias…

Es tiempo de plantar también los bulbos obtenidos después de completarse la primera parte del ciclo vegetativo de algunas variedades de cebolla. Los más interesantes son los calçots que pueden desarrollar hasta una docena de tallos a partir de una sola pieza.

Cada día es más gratificante permanecer atento a los estímulos de la naturaleza.

En ocasiones este lugar en las estribaciones de Gredos parece más acogedor por un tipo de familiaridad que se edifica con gestos apenas perceptibles, los aromas de la tierra y las hierbas o la madera en descomposición, la diferencia de temperatura entre el día y la noche, pero también con toda esa serie de trabajos culturales, con las plantaciones, las podas del arbolado más adelante, el movimiento de tierras para hacer nivelaciones y evacuar el excedente de agua de lluvia o la marcación de los pasillos, la labranza, la humilde reparación de las paredes bajas de piedra; la potencia de los robles jóvenes de los linderos, a los que veo desarrollar de nuevo las enigmáticas agallas, mientras van palideciendo las hojas.

Otras veces la ferocidad de la tormenta o los enseres y materiales arrumbados, el desorden que deja el silencio, la leña por cortar y los sonidos del viento, la soledad vespertina, promueven una sacudida de indefensión que solo se desvanece cuando, en casa ya, se enciende la lumbre. Pronto no quedarán en el paisaje sonoro animal más que el graznido de los córvidos. Vivencias de la duración cuando no hay dos días iguales.

Intento desmenuzar en el lapso temporal que media entre ese rato en que planto unos bojes en torno a unos bolos de piedra y los días en que las caballerías dieron las primeras vueltas tirando del arado, cómo se ganaron espacios sobre las lanchas acercando carros de tierra, los sucesos mínimos de los seres vivos del lugar, la suspensión del paso del tiempo, atento a los últimos rayos del sol y hasta la aparición de la luna y Venus al sur. Linares en tiempos y aún cereal, patatas… legumbre, reinetas. Un racimo de uvas negras para el almuerzo. La delicia mensurable de estar y habitar, que es construir, el otoño más montaraz.

Me interesa indagar en la manera en que las diversas tareas sobre el terreno, a la intemperie, modifican mi actitud y las respuestas inusitadas a lo largo de los días y cómo condicionan la elección de los tajos abiertos o los que les van a suceder, el reparto de los esfuerzos. Vale para cualquier movimiento de las manos -con o sin herramientas- o del resto del cuerpo: hincar la laya en los

canteros después de casi seis meses, insistir en la reorganización de los espacios, sacar niveles, determinar las caídas que permiten el paso del agua sobre unos caños resueltos con teja árabe, subsanar los encharcamientos o cortar un ramo de rosas…

¿Esperar a que aparezcan acaso, los topillos voraces, sentado junto a la boca de un túnel y darles para el pelo con una estaca? Voy a cortar unos esquejes de saúco para colocarlos, una vez arraigados, en distintas zonas húmedas y fértiles de la huerta.

Estoy empeñado en modelar un lugar mejor, una construcción emocional que perdure, arraigada como las vides, los frutales, tan pertinaz como las adventicias autóctonas, las zarzas y rosales silvestres.. y que evolucione solo, prospere, fructifique. Los trabajos inveterados en el paisaje.

La moto-azada me permite con apenas una pasada levantar el suelo compactado para sembrar los cereales o remover zonas de tránsito destinadas a formar pradera, sin tantas irregularidades en el terreno. No hay que abusar del rotabator. Tengo que investigar sobre las plantas que se pueden emplear para empraizar.

Han quedado algunas matas de frijoles negros cubanos. Pero después de improvisar una pequeña era, aprovechando días soleados, he desplegado las plantas con las vainas más secas y quizás pueda trillar antes que llueva.

Para la próxima temporada tengo que ajustar el marco de plantación de esta legumbre. No conocía sus hábitos de crecimiento, ni los tiempos que llevan a la leguminosa a buen fin. Tres pulsos en golpes separados cincuenta cms y ochenta, al menos, entre líneas, sobre bancales; no vendrá mal un palo de un metro en cada pie para tutorar y que las guías no se crucen por el suelo con las de otras filas y cierre el paso a la luz.

Las judías de Anguiano a mediados de octubre han granado pero no estoy seguro de que vayan a secarse adecuadamente. Pueden aparecer fisiopatías: destonificación, tamaño poco homogéneo. Si se mezclan los pulsos de distintas tandas, puede que nos se guisen bien. Probaré, eso sí, a cocinar unos puñados para pochas tiernas o para preparar ensaladas…

Hay que adelantar la siembra de estas leguninosas de verano foráneas , si el tiempo lo permite.

Han cuajado algunas bayas de goji después de la incertidumbre del primer año en que se plantaron los pequeños arbustos. Han surgido algunas dudas sobre la idoneidad y adaptabilidad de la solanácea, en principio muy versátil, y adaptable en estas tierras.

El ph del suelo, su naturaleza ácida por defecto, la escasa disponibilidad de algunos minerales, o el clima, pueden ser factores muy limitantes. Por el momento he reforzado la presencia de calcio, fósforo, magnesio, manganeso, boro o zinc echando en superficie unos gránulos o pellets de abono ecológico bien balanceado, de liberación prolongada, compuesto de gallinaza, cenizas y harina de rocas.

Un poema de Ángel González, que conocía bien lo que significa el mes en curso.

«Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;

cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;

entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:

esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.

No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa». Ángel González

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AZAFRÁN A JEME.

«Y ya la Aurora primera regaba las tierras con nueva claridad, abandonando el lecho de azafrán de Titono».  Virgilio. La Eneida. S. I aC.

El azafrán continúa siendo uno de los cultivos más agradecidos que conozco, con rendimientos espectaculares, si se atiende a la naturaleza del órgano de la planta que se consume y el valor culinario, el precio en el mercado o la representación cultural a lo largo de milenios.

Perdí el último plantel por falta de atención mínima en los trabajos culturales, la invasión de adventicias y la voracidad de algunos animales, a raíz los sucesivos confinamientos.

La tarea de replantear el terreno.

En septiembre, cuando se va apreciando el declive de las horas de luz, se puede colocar el cormo de azafrán en la tierra. Lleva desde primavera en parada vegetativa y, si procede del plantel que se ha levantado por cierre del ciclo tetranual y se ha guardado de forma adecuada, responderá con normalidad, en su momento, a los estímulos de la humedad y la bajada de temperaturas.

Pero no es el caso. He comprado en esta ocasión cien cormos del mayor calibre disponible, limpios, sanos, sin taras. Esta decisión debiera permitir disfrutar de un goteo de rosas, en torno a Los Santos.

Las plantas van a estar muy a mano y he apostado por apretar el marco de plantación y colocar cien cormos a jeme, habitual para los ajos y en una sola carrera de cinco  metros de largo por cincuenta cms de ancho, en tres filas.  

Jeme o distancia entre los extremos del índice y pulgar en el mayor ángulo que puede presentar la mano.

En ocasiones hay que hacer entrecavas atravesadas para desherbar pero se puede hacer de forma minuciosa a mano  o con algún útil habilitado quizá  para este fin.

El terreno,  que ha  estado sembrado de patatas, quedó limpio y labrado en profundidad. No ha llovido.

Se pueden hacer agujeros equidistantes con un bote de chapa o cristal si el suelo tiene suficiente humedad, para depositar todos los cormos a la misma profundidad.

Así, es necesario hacer unos riegos previos para procurar que el suelo tenga algo de humedad y el sol no acabe calcinando los cormos y se pierdan muchos pies.

A mayores, en tanto llega algún chubasco que pueda rehidratar  el terreno, es importante cubrir la tabla con un acolchado de paja o mantillo, para que regule la temperatura del primer horizonte del suelo donde ha quedado situada la cebolla y regar de vez en cuando, sin perjuicio de que pueda ir poniendo ya la tubería de exudación.

Tablas para evitar que el viento se lleve la paja.

Asoma, entonces, en tanto recojo la herramienta, en una ondulación del cerebro la imagen del entorno húmedo de las primeras horas del día en un otoño que quisiera inminente, la sensación de la escarcha novembrina.

La memoria ejerce sus derechos de aproximación al característico aroma acre del azafrán recién tostado, recuperado en una suerte de arqueología emocional de un tiempo, de un pueblo míticos.

Fresco recuperado en Sartorini. Quizá la escena recrea una historia sobre el origen del Crocus sativus semejante a otras de la mitología griega, pero prefiero pensar que es una mujer sencilla, herida durante la cosecha.
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Imaginar huertas.

Ha llovido esta noche. Hay charcos en los caminos y se hacen patentes en la mañana los aromas característicos de los pastos segados o la paja del acolchado en descomposición.

Lo primero que hago al llegar a la huerta en estos días primaverales es atender las plantas de tomate.

Después de un período de crecimiento vegetativo vigoroso el ramaje está sobre el acolchado de paja. Pero no es la situación más deseable.

Tengo la impresión (vengo insistiendo en ello durante algunos años) de que los buenos rendimientos en el cultivo del tomate tienen que ver con toda una serie continuada de trabajos culturales; desde la manera en que se sitúa en el suelo el plantón, atravesando la observación y vigilancia de la salud vegetal, hasta el tino en la cosecha de los frutos, en el punto óptimo de maduración y teniendo en cuenta las particularidades varietales, el tipo de planta o la retirada de estípulas y brotes no deseados.

Voy montando los armazones para los tomates con una serie apoyos de cuatro cañas -o con trípodes- unidos en una estructura solidaria por medio de otros elementos atados en horizontal, como las líneas de un pentagrama. Pero se insertan y cruzan otros tramos para que las ramas no cuelguen en ningún momento.

Una vez esbozados los castillos (así llaman a este sistema de tutorado en algunas regiones) procuro ir siempre por delante de las plantas -colocando cañas- de modo que las guías de la solanácea puedan formar una copa abierta o espaldera.

La luz es la clave de la fructificación, pero también la semisombra que genera el propio forraje para proteger los frutos de la radiación directa. No escatimo gestos ni operaciones, atando y distribuyendo guías o colocando pomos florales cerca de los soportes. Observo el aspecto general y voy testando la humedad del suelo.

Retiro las mantas térmicas de los microtúneles -que han atemperado consecuencias de las noches frías en semanas pasadas- y las cuerdas, pero dejo los arcos para que contribuyan a la estabilización de los esqueletos de bambú.

Una primavera abierta que viene alternando días muy calurosos y tormentas ofrece, a pesar de algún episodio de pedrisco, un balance positivo. Comienza la cosecha de cucurbitáceas.

Las plantas peor paradas en esta ocasión han sido las berenjenas. Pero los brotes apicales se conservan y pueden regenerarse en breve.

Las cebollas que planté en marzo tienen buen tamaño y la mayor parte de los tallos se van secando. Es momento de sacarlas de la tierra y colgarlas en algún rincón-secadero improvisado, para poder ir disponiendo a voluntad.

Los bancales que dejé labrados hace dos semanas parece que tienen algo humedad.

La agencia meteorológica anuncia lluvia en los próximos días. Es buen momento para sembrar unos puñados de judías rojas de Anguiano y frijol negro redondo, y las variedades de verdeo plana otra tanda de Roquencourt amarilla de ciclo, corto como la que me llegó este invierno desde Córdoba.

Hay que dar continuidad también a los trabajos de los demás cultivares del verano: pimiento chocolate, italiano y de asar, berenjena listada de Gandía y blanca, pepino tanja y blanco, puerros, cebolla babosa, calabacín, tres variedades de boniatos, y algún pie de okra. De todo ello podré ir dando cuenta, como una tarea más del agronauta.

No es menor el trabajo de propagación de plantas auxiliares, ornamentales y condimentarias. Equinacea, cresta de gallo, tagetes y caléndula, cilantro.

He germinado unas semillas de la popular sandía zepellin procedente de Marruecos y que inunda el mercado en estas semanas. Parece una variedad de polinización abierta y ya está puesta en los linderos.

Sigo imaginando huertos y jardines, bosques entremezclando ejercicios tan creativos como efímeros, a pie de campo (de literatura, antropología, tecnología popular, arquitectura) con la interpretación de libros, fotografías y archivos guardados hace tiempo y que sirvieron para troquelar estos lugares que custodio.

Interpretaciones del habitar con la naturaleza.

Salud.

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Una agenda fructuosa.

Tengo la sensación de que los huertos bien hechos permiten acomodar todos los afanes que describe esta gaceta en una realidad acogedora.

Realidad acogedora y singular que me peta, como el sabor eléctrico de algunos tomates que se avecinan o el aroma que arrastro -como un velo entre las manos- de los amarilis y liliáceas en flor.

La naturaleza cultivada es un universal poético… ¿desde hace ya más de cuatro mil años?

Alguien injertó este manzano asturiano que observo esta mañana para que yo lo cuidara -a expensas del azar y las buenas prácticas- de tal manera que un año con otro pueda morder algún fruto. Puede que llegue también el turno de aquel acerolo de tres savias.

La huerta cubierta.

He pedido un paquete de paja grande, de seis cuerdas, que iré incorporando en los próximos años mediante los acolchados o más procesado a través de las composteras de largo recorrido que mezclo con diversos residuos orgánicos.

Durante dos años de merodeos puntuales, muy limitados por los severos condicionantes de la pandemia en los últimos meses, he acopiado distintos insumos procedentes de las hojas y restos de siega de la propia finca y del entorno, más algunos sacos de bosta de vacuno rica en nitrógeno y que, sobre todo, representa un extraordinaria fuente de microorganismos. A los hongos autóctonos que vienen del sotobosque se suman en el suelo donde crecen las hortalizas, la fauna microscópica, la mesofauna más activa y más tarde también -terminado su ciclo vital- sus propios cadáveres. Todo irá formando una granja de microbiota que precisa cuidados, un ecosistema esencial para la mejora estructural del suelo, la nutrición y, por supuesto, la resistencia de los cultivos.

Estos paquetes destinados a la alimentación del ganado se moja ocasiones y no es el plato mas apetecible. Aún así tiene aprovechamiento para camas de las cuadras y en la huerta.

Voy a cubrir el paquete con una chapa galvanizada para no precipitar la descomposición.

La paja es ya un recurso fijo en la huerta para complementar las prácticas y tareas culturales que constituyen un estilo necesariamente ecléctico de cultivar.

Abriendo paso en la pastura después de más de seis meses. Es ineludible ya la utilización de desbrozadora.

El primer paso para preparar el terreno después del invierno se encamina a desbrozar las hierbas adventicias y el cereal que ha surgido de forma espontánea a partir de la paja de otras campañas, sin emplear ya maquinaria pesada.

Compost a punto.

El sistema radicular de unas y otros puede ser profundo, muy fasciculado también; han trabajado disgregando los niveles superiores de los bancales que destino al cultivo de hortalizas.

No limpio las hierbas donde no cultivo y prefiero pisar las cubiertas ralas de un prado amable.

El suelo cultivable, no obstante, está ligeramente compactado después de varios mesesy ha sido necesario hacer una primera labor a mano, pinchando con una orca

Toda vez que los cepellones más grandes se van retirando, es posible el trabajo con el rotabator.

He desbrozado de forma concienzuda las zonas de la huerta donde incorporé en otoño unas carretillas de estiércol de caballo. Lo retiro todo con la escoba de flejes para que no se enrede en las cuchillas.

Cuento por el momento con al menos treinta cms de suelo cultivable en profundidad e incorporo varias cargas de compost muy procesado, antes de iniciar la plantación de las primeras especies del verano.

Son tantas las tareas que se van realizando sucesivamente, en los distintos ámbitos hortelanos para llegar a estos momentos, tan gratificantes, en que pongo de forma poco ceremonial la planta en el suelo…. Una señal insertada literalmente en el tiempo…

Pero la temperatura condiciona la adaptación al medio con clima continental de plantas de origen subtropical. No puedo dejar que los plantones sufran las consecuencias de la exposición a la intemperie. Las variaciones térmicas entre el día y la noche rondan estos días los veinte grados.

El termómetro esta noche, a mil m de altitud, ha sido de cinco grados, a mediados de mayo, y pueden dañar los tejidos aún tiernos de las plantas; hay que tener muy presentes otras variables como la luz ultravioleta del mediodía, más el aire seco, la temperatura que alcanza la capa superficial del suelo a media tarde y que pueden quemar las primeras hojas . Las plantas no tienen patas y no pueden eludir la flama que desprende muchos días el terreno desnudo.

En ocasiones empleo para proteger los plantones la misma manta térmica del invierno (que permite subir la temperatura en torno a tres grados) pero en estos días no cierro del todo los túneles.

La supervivencia de los plantones hasta que generen nuevas raíces depende de que puedan realizar la fotosíntesis, de que se generen nuevas raíces; si las primeras hojas se dañan el retraso en el desarrollo puede ser importante.

De modo que soy riguroso en la adaptación de las plantas, en su endurecimiento. Busco la mejor conformación fisiológica, la más normalizada de cada especie, para que apenas aprecien la nueva situación una vez sean instaladas en el bancal.

Para cada plantón saco la tierra húmeda de los niveles más bajos y los situo en un marco de plantación habitual ya para cada especie. No descuido un riego generoso de asentamiento, después del acolchado con paja. Para los primeros días de las cucurbitáceas utilizo, por ejemplo, cajas de fruta que desechan los comerciantes y que reducen de forma estimable la insolación directa.

La planificación este año bebiera incluir siembra y plantación de tres variedades de batata que están echando raíces a partir de tallos y paradas de legumbre para seco.

Pero queda aún trabajo de desbroce y preparación de algunos bancales, la ampliación y mejora del sistema de riego o la colocación de plantas auxiliares, aromáticas, condimentarias, siempre en el camino de la diversidad. Sobre el suelo cada año más oscuro dibujo algunas ocurrencias hortícolas.

Durante poco tiempo aún he intervenido en este espacio elegido, no heredado, pero se aprecia la actividad, la progresión de las planificaciones y el desarrollo de las plantas.

Un detalle de la rosa o la vid…en un instante. Los Palacios de leguminosas con almejas de panizo. Esos días mejores de abundancia.

La visita deja nuevos rastros comestibles.

Salud.

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