Entiendo que no es habitual repicar o -para ser más preciso- replantar las hortalizas de raíz. Este otoño sembré al chorrillo un retal de semillas de remolacha chata. Como no me he preocupado de aclarar las plántulas en su momento han prosperado endureciendo las hojas y clavando profundamente la raíz. Es este lugar del huerto un bancal variopinto para intentar que progresen unas zanahorias rojas, unas acelgas de penca ancha, las primeras escarolas sembradas en otoño…
Estando excesivamente juntas las plantas compiten innecesariamente y tienen pocas posibilidades de desarrollarse y que engorden las raíces como sería de desear cuando, además, han proliferado las adventicias formando una maraña multicolor; es complicado retirarlas sin daño para la hortaliza. De modo que prefiero sacarlas todas y volver a sembrarlas en otro lugar recercado ya con madera y con buen sustrato.
Algunas plantas adventicias desarrollan una raíz fusiforme para intentar perpetuarse. (En muchas ocasiones al tirar de las hojas queda enterrada, con viabilidad para poder rebrotar). Una de las acciones más efectivas al retirar estas hierbas es ahuecar la tierra o hincar la pala para sacarla completa. Ya empiezo a plantearme poner nombre a unas correhuelas que clavan en el suelo unas raíces como cabos más allá de donde mi paciencia tiene por costumbre llegar, y siempre reaparecen. No es especialmente esquilmante ni abundante pero si no se controla puede proliferar con facilidad.
Se me dan bien este tipo de labores menudas de reorganización y recuperación de plantas supervivientes. Hinco bien una pequeña laya de mano en profundidad y levanto los distintos mazos o mojones de plantas procurando no romper las raíces pivotantes. Postureo de jardín.
Con una estaca o similar hago un agujero suficientemente profundo en el terreno ya preparado para que entren sin doblarse o quebrarse las raíces y aprieto sucesivamente la tierra alrededor de la hortaliza, hasta componer un nuevo modelo geométrico.
Son apenas veinte cms los que se elevan los bancales sobre el piso del huerto pero, ¡cuánto se agradece! La función primera de estos recercados es ganar profundidad y evitar pisar innecesariamente, controlar las hierbas, pero también asegurar los acolchados.
No hay que olvidar regar generosamente lo sembrado para restaurar el entorno de minerales, aire y agua que precisan las hortalizas para anclarse y volver a ponerse en marcha. Estas remolachas lo pasarán unos días mal. Soy optimista.
Ha sobrado espacio… Con una tabla cualquiera procedo a igualar la superficie del terreno para emplazar unas semillas de rábano gigante (Daikon) que me envían gentilmente desde Biosfera 2030 y otra tanda de zanahorias.
Salud.
Fotos: lahuertadelosrobles.
Suerte con los daikon!
Alguno caerá…